lunes, 6 de junio de 2011

Judaísmo

El término judaísmo se refiere a la religión o creencias, la tradición y la cultura del pueblo judío. Es la más antigua de las tres religiones monoteístas más difundidas (junto con el cristianismo y el islam), conocidas también como «religiones del libro» o «abrahámicas», y la menor de ellas en número de fieles. Del judaísmo se desglosaron, históricamente, las otras dos.

Aunque no existe un cuerpo único que sistematice y fije el contenido dogmático del judaísmo, su práctica se basa en las enseñanzas de la Torá, también llamada Pentateuco, compuesto, como su nombre lo indica, por cinco libros. La Torá o el Pentateuco, a su vez, es uno de los tres libros que conforman el Tanaj (o Antiguo Testamento, según el cristianismo), a los que se atribuye inspiración divina.

Juega también un papel importante en la práctica religiosa la tradición oral que, según las creencias, fue entregada a Moisés junto con la Torá y conservada desde su época y la de los profetas. La tradición oral rige la interpretación del texto bíblico; la codificación y comentario. Esta tradición oral fue transcrita, dando nacimiento a la Mishná, que posteriormente sería la base del Talmud y de un enorme cuerpo exegético, que se desarrolla hasta el día de hoy por los estudiosos. El compendio de la leyes extraídas de estos textos forma la denominada Ley Judía o Halajá.

El rasgo principal de la fe judía es la creencia en un Dios omnisciente, omnipotente y providente, que habría creado el universo y elegido al pueblo judío para revelarle la ley contenida en los Diez Mandamientos y las prescripciones rituales de los libros tercero y cuarto de la Torá. Consecuentemente, las normas derivadas de tales textos y de la tradición oral constituyen la guía de vida de los judíos, aunque la observancia de las mismas varía mucho de unos grupos a otros.


 
Otra de las características del judaísmo, que lo diferencia de las otras religiones monoteístas, radica en que se considera no sólo como una religión, sino también como una tradición y una cultura. Las otras religiones trascienden varias naciones y culturas, mientras que el judaísmo se considera la religión y la cultura de un pueblo específico. El judaísmo no exige de los no judíos unirse al pueblo judío ni adoptar su religión. La religión, la cultura y el pueblo judío pueden considerarse conceptos separados, pero están estrechamente interrelacionados. La tradición y la cultura judía son muy diversas y heterogéneas, ya que se desarrollaron de modos distintos en las diferentes comunidades, y cada comunidad local incorporó elementos culturales de los distintos países en los que vivieron los judíos a partir de la dispersión.

Sijismo y Zoroastrismo

SIJISMO:

El sijismo o sikhismo (véase sección sobre el nombre) es una religión india que se desarrolló en el contexto del conflicto entre las doctrinas del hinduismo y del islam. A los seguidores del sijismo se les llama sijes[1] o sikhs.




ZOROASTRISMO:

El zoroastrismo o mazdeísmo es el nombre de la religión y filosofía basada en las enseñanzas del profeta y reformador iraní Zoroastro (Zaratustra), que reconocen como divinidad a Ahura Mazda, considerado por Zoroastro como el único creador increado de todo.

Bahamaísmo

El bahaísmo,[1] también denominado behaísmo, y más conocido entre sus seguidores y la bibliografía relacionada como Fe Bahá'í,[2] es una religión monoteísta cuyos fieles siguen las enseñanzas de Bahá'u'lláh, su profeta y fundador, a quien consideran la Manifestación de Dios para la época actual.

Los principios centrales del bahaísmo se resumen en tres unidades: la unidad de Dios, la unidad de la humanidad, y la unidad de la religión como una serie de revelaciones sucesivas.

 

Según el Anuario de la Enciclopedia Británica de 1992, el bahaísmo es la segunda religión más extendida en el mundo entre las religiones independientes, de acuerdo al número de países en que se encuentra representada: está establecida en 247 países y territorios. Los bahaíes provienen de entre más de 2.100 grupos étnicos, raciales y tribales, y totalizan aproximadamente seis millones de fieles en el mundo. Los principales pasajes de las textos sagrados bahaíes se han traducido a 802 idiomas.

Brahamanismo

El brahmanismo es un sistema religioso, moral y metafísico basado en la concepción panteísta de la divinidad, y cuya fuente son los libros sagrados de los hindúes, desarrollados en el período entre el 1500 y el 400 a. C.: los cuatro Vedás, los poemas Ramaiana y Majábharata, así como los tratados filosóficos de las distintas escuelas que constituyen un cuerpo de doctrina que ha perdurado a través de la Historia y cuenta con más de 280 millones de fieles.

Según el estudioso británico Monier Williams la religión brahmánica es la antigua creencia de los arios, mientras que el hinduismo es la forma moderna de esa misma religión, tal como se desarrolló luego de que el budismo fue expulsado de la India (siglo IV a. C.).

Con la concepción eminentemente poética de los orígenes y función del mundo y de la divinidad, el brahmanismo consagró dos principios fundamentales y característicos: la división en castas y la metempsicosis (reencarnación).
[editar] Creación mítica de las castas

Para poblar la Tierra, el dios Dios engendró las cuatro castas:

    * los bráhmanas (la clase privilegiada de los sacerdotes, eruditos y médicos) surgieron de su boca,
    * los kshatrías (militares y jefes políticos) de sus brazos;
    * los vaishias (comerciantes, artesanos y campesinos) de sus muslos; y tobillos
    * los shudrás (esclavos) de sus pies.

La máxima aspiración de un shudrá tenía que ser la de entrar al servicio de algún individuo de las tres castas superiores; su condición social sólo difería de la esclavitud en que no podían ser empleados en menesteres impuros, no se consideraban propiedad ni mercancía, y disfrutaban del derecho de herencia Al margen de las castas vivían los parias, restos quizás de un pueblo vencido, víctimas de la degradación y del desprecio, y considerados socialmente inferiores al animal.

No obstante esta división de castas, el brahmanismo acepta un mejoramiento sucesivo del alma, que se efectúa mediante la reencarnación (en sánscrito samsara), y que está determinada por el valor de las buenas y malas obras realizadas. Así se supone que el estado de cada alma (atma) es el resultado de la conducta moral en una encarnación anterior. “Toda palabra, acto de pensamiento o del cuerpo lleva un fruto bueno o malo”, dice el Código de Manu. Ver: karma y dharma.

Según algunos autores, el brahmanismo proclama una moral de paz: la protección de los seres considerados inferiores (niños, enfermos, débiles, mujeres y ancianos); la obediencia, la castidad, la modestia y la templanza; los deberes de hospitalidad y la prohibición del aborto, del suicidio, del juego, de la calumnia, del perjurio, de la embriaguez y condena la violencia contra toda forma de vida, así como señala rigurosas penitencias para los pecados, manifestaciones de un fanatismo religioso en que el ascetismo y el éxtasis son formas atenuadas.

Hinduismo

Originariamente la palabra proviene del idioma persa hindú, que era la manera en que los persas pronunciaban el nombre del río Sindhu (en español, el río Indo, que antiguamente era la frontera de Indostán). Según la Real Academia Española, la palabra en castellano proviene del francés hindou.

Se denomina «hinduista» a la persona que practica alguna de las religiones del hinduismo, pero también designa a quien forma parte de la cultura hinduista.

El hecho de que la mayoría de la población de la India profesa el hinduismo, junto con el deseo de evitar la ambigüedad del gentilicio indio (usado también para designar a los aborígenes del continente americano) explica que prácticamente desde su introducción al idioma español en el último tercio del siglo XIX se haya usado también la palabra hindú para designar a los naturales de la India.

Este uso extensivo de hindú es admisible en contextos en que no exista riesgo de confusión con su sentido estrictamente religioso. Generalmente se tiende a utilizar el término «hindú» e «hinduista» en su sentido de creyente en la religión hinduista, e «indio» habitante del continente indostánico.
[editar] Localización y cronología


El hinduismo es mayoritario actualmente sólo en tres estados del mundo, India (cuna del hinduismo y su tierra sagrada), donde son el 80.5%, Nepal, donde son el 80%, y la isla africana de Mauricio, aunque Nepal era hasta hace poco el único Estado del mundo que reconocía al hinduismo como religión oficial. También son mayoría en la isla indonesia de Bali. Tras la independencia de India y la división del subcontinente indostaní en territorios de mayoría hindú y musulmana, se formó el Estado de Pakistán para la población islámica, pero importantes minorías hindúes quedaron remanentes. Tras la secesión de Pakistán Oriental (actual Bangladesh), la antigua colonia británica quedó dividida en tres Estados. En Bangladesh la minoría hindú es mucho mayor que en Pakistán y se han suscitado violentos actos contra ella -así como contra budistas, cristianos y animistas- prácticamente desde la independencia del país, hasta el extremo de haber desaparecido de las estadísticas prácticamente 3 millones de bengalíes, en su inmensa mayoría hindúes-desde 1971 (informe del Departamento de Estado de Estados Unidos llevado a cabo por el entonces senador Edward Kennedy) en lo que debe ser considerado el mayor genocidio llevado a cabo en décadas.

También hay importantes adeptos hindúes en Afganistán (donde durante el régimen Talibán fueron forzados a usar un distintivo, como los judíos en la Alemania Nazi), Bután, Birmania, Camboya, Indonesia, Malasia, Sri Lanka y Tailandia. En Occidente, hay hindúes en casi toda Europa Occidental, siendo Gran Bretaña el que tiene la mayoría, y también son notables en Estados Unidos. Existen minorías hindúes en muchos países latinoamericanos, muy notablemente en Panamá y Trinidad y Tobago.

Jainismo

El jainismo es una religión de la India, fundada en el siglo VI a. C. por Majavirá. Se trata de una religión nastika (no teísta), que no reconoce la autoridad de los textos Vedas ni de los brahmanes.




En la actualidad, el jainismo está presente en la India oriental (Bengala), centro occidental (Rayastán, Majarastra y Guyarat) y meridional (Karnataka). Se calculan aproximadamente unos cuatro millones de fieles jainas, siendo la séptima en número de fieles entre las religiones de la India (un 0,4% de la población).

Zen

Zen (禅) es el nombre en japonés de una tradición del budismo Mahāyāna, cuya práctica se inicia en China bajo el nombre de Chán (禪).


 
Es una de las escuelas del budismo más conocidas y apreciadas en Occidente. Con el popular nombre japonés Zen suele aludirse en realidad a un abanico muy amplio de escuelas y prácticas de este tipo de budismo en toda Asia.

Las principales escuelas del budismo Zen propiamente japonés son Rinzai, Sōtō y Obaku. Se distinguen por su especialización en distintas técnicas chinas de meditación como el kōan o el zazen.

Sintoísmo

Sintoísmo[1] (del japonés Shinto (神道, shintō?), a veces llamado shintoísmo,[2] es el nombre de la religión original, nativa del Japón. Incluye la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Algunos kami son locales y son conocidos como espíritus o genios de un lugar en particular, pero otros representan objetos naturales mayores y procesos, por ejemplo, Amaterasu, la diosa del Sol.


 
Actualmente el Sintoísmo constituye la primera religión con mayor número de fieles de Japón. El número de practicantes varía desde los 108 millones (84% de la población en 2003) que tienen prácticas y/o influencias sintoistas hasta los 4 millones (3,3%) que lo practican regularmente y se identifican con la forma oficial del Shinto.

El Budismo

El budismo es una religión no teísta perteneciente a la familia dhármica y, según la filosofía hindú, de tipo nastika.[6] El budismo ha ido evolucionando en la historia hasta adquirir la gran diversidad actual de escuelas y prácticas.



El budismo se desarrolló a partir de las enseñanzas difundidas por su fundador Siddhartha Gautama, alrededor del siglo V a. C. en el noreste de la India. Inició una rápida expansión hasta llegar a ser la religión predominante en India en el siglo III a. C. En este siglo, el emperador indio Asoka la hace religión oficial de su enorme imperio, mandando embajadas de monjes budistas a todo el mundo conocido entonces. No será hasta el siglo VII EC cuando iniciará su declive en su tierra de origen, aunque para entonces ya se habría expandido a muchos territorios. En el siglo XIII había llegado a su casi completa desaparición de la India pero se había propagado con éxito por la mayoría del continente asiático.[7]

El budismo ha ayudado en la difusión del lenguaje,[8] [9] y la adopción de valores humanistas y universalistas. Es por tanto una filosofía importante en Asia porque su práctica ha logrado expandirse a la totalidad de sus países. Desde el siglo pasado se ha expandido también por el resto del mundo. Al carecer de una deidad suprema pero mostrar a la vez su carácter salvífico y universalista, ha sido descrita también como fenómeno transcultural,[10] filosofía,[11] o método de trasformación.[12]

El budismo es en número de seguidores una de las grandes religiones del planeta.[13] Contiene una gran variedad de escuelas, doctrinas y prácticas que históricamente se han clasificado en budismo Theravāda, Mahāyāna y Vajrayāna.

El Confucianismo

El confucianismo, a veces también llamado confucionismo, es el conjunto de doctrinas morales y religiosas predicadas por Confucio. El nombre en chino de su escuela podría ser traducido por ‘escuela de los letrados’. El confucianismo ha ejercido una gran influencia sobre China, Corea, Vietnam y Japón. Fue la religión oficial de China hasta el siglo VII. El canon de la filosofía confuciana lo componen los Cuatro libros. Su pensamiento se formó durante un largo período que abarca las épocas de Primaveras y Otoños y Reinos Combatientes (siglos VII al III a. C.). Cuando China fue reunificada por Qin Shi Huang (221 a. C.), ya era una doctrina perfectamente formada y definida, con muchos seguidores y un gran corpus textual. Luego de la breve dinastía Qin, su núcleo fundamental se ha mantenido intacto, excepto por posibles errores de transmisión e interpolaciones que sólo afectan lo accidental.





Como para la mayor parte de sus contemporáneos, los confucianos ven al cosmos como algo armónico que regula las estaciones, la vida animal, la vegetal y la humana. Si esta armonía era trastornada, habría graves consecuencias. Un ejemplo común que utiliza el confucianismo es el del mal gobernante que conduce a su pueblo a la ruina mediante su conducta.

El mal gobierno contradiría el orden natural y viola el Mandato del Cielo. El gobernante que se conduce así pierde su legitimidad y puede ser depuesto por otro que recibirá este mandato.

La Religión en la Prehistoria

El culto en la Prehistoria:
 

 Si el hombre prehistórico fue "religioso", es un misterio para nosotros porque sus mensajes, en caso de que hayan conseguido llegar hasta hoy, lo han hecho truncados por el tiempo, la ruina, el saqueo... y el silencio.

Tal vez hace decenas de miles de años uno de nuestros ancestros celebró un complejo ritual de ofrenda, durante el cual colocó en el suelo una piedra y puso encima de ella una corteza vegetal pintada de ocre, y en su interior una víscera asada de un animal recién cazado. A quién iba dirigida la ofrenda, en qué consistía y, sobre todo, por qué y cómo se realizó, no lo narran los restos fósiles que nuestros científicos recogen, estudian, clasifican y guardan en museos. Los gestos y la palabra del ancestro, la víscera, la bandeja y hasta la propia memoria del dios..., todo ha desaparecido. Y por lo que se refiere a la piedra, sólo el ojo experto de un arqueólogo puede distinguirla de las demás piedras que afloran durante la excavación.

Es decir, que sabemos poco más que nada.

Aun así, resulta seductora la idea de introducirnos en el silencio y el asombro que suscita la contemplación de los restos no utilitarios de nuestros antepasados más remotos. Porque en un entorno de absoluta supervivencia en el que ellos tuvieron que moverse necesariamente, cualquier manifestación que no implique mera utilidad nos parece indicar una voluntad de trascendencia.

En nuestros días se ha conseguido asentar una certeza sobre operaciones de culto religioso y sobre un armazón de creencias entre los seres humanos primitivos. Sabemos, por ejemplo, que el hombre de Neanderthal tenía comportamientos que iban más allá del beber y el comer, que amasaba bolas, recogía fósiles y ocre, y ocultaba a algunos de sus muertos...; quedan vestigios de un cierto "culto" a las osamentas, quizás al oso, han llegado hasta nosotros colmillos perforados para llevar colgados a modo de trofeo... Pero de ahí no es posible deducir ideas precisas sobre el modo de pensar -religioso o no- de la Prehistoria, so pena de dar por verdad sentada lo que en realidad nunca sucedió o, si sucedió, fue por otros motivos o de otra manera. Dicho de otro modo, esto sólo añadiría nuevas incertidumbres a lo de por sí ya confuso de sobras.

En cambio, a partir del Paleolítico superior (entre 30000 y 9000 antes de nuestra era) se abre para la humanidad la nueva etapa de la figuración gráfica. El hombre del caballo y del bisonte deja ya miles de figuras que, sin ser textos, constituyen vestigios de una literatura oral que puede ser tratada como tal.

El arte religioso prehistórico:

Pinturas calladas durante milenios
Como un eco lejano, suspendido en el tiempo y de repente percibido, el arte prehistórico conservado en abrigos naturales hoy nos sigue atestiguando que sus autores percibieron lo trascendente.

Las pinturas rupestres son como un decorado sin texto teatral en un escenario vacío sólo iluminado por las débiles luces de la conjetura; no hay vestuario, ni partitura musical ni siquiera un triste programa de mano, nada: sólo nos quedan el decorado y el silencio de siglos.

Ni siquiera conocemos a ciencia cierta cómo debemos aplicar la palabra "religión" a un "santuario" que consiste en un abrigo natural decorado con grabados y pinturas de las que sólo conocemos su antigüedad aproximada, y, en algunas ocasiones, la composición del colorante.

En cuanto al artista, sólo podemos ceñirnos a las manifestaciones y preocupaciones que, en apariencia, sobrepasen el orden natural de la mera subsistencia. Argumentos como la prolongación de la especie o un zozobrante asombro frente al misterio de la muerte son todavía terrenos más oscuros, más conjeturales, por lo que más inciertas serán las conclusiones. Nos movemos en un mundo de sombras lejanas.

Arte, abstracción, orden
Las primeras muestras de arte paleolítico europeo fueron descubiertas en el último tercio del siglo XIX en Francia y Suiza (1878) y en Altamira, España (1879). Las discusiones que siguieron a los descubrimientos dieron pie a reconocer en la humanidad en general, y a la prehistórica en particular, un rasgo fundamental: el origen común de la religión y el arte. Incluso en las obras menos figurativas y más despojadas de contenido religioso, el artista es el creador de un mensaje mediante el cual, a través de las formas, pretende llenar la necesidad individual y social de un punto de inserción en el mundo móvil y aleatorio que le rodea.

Por lo que respecta al arte, el Paleolítico abarca, en general, tres categorías de temas: animales, seres humanos y signos. Los signos son muy numerosos y están presentes en todas las cavernas descubiertas.

En los signos, la fantasía contemporánea, muchas veces disfrazada de ciencia prehistórica, ha querido ver trampas de caza, trampas-choza para cazar espíritus, armas o trofeos conmemorativos. Sin embargo, análisis estilísticos y estadísticos rigurosos invitan más bien a pensar en la hipótesis de que los signos fueran símbolos de carácter sexual masculino y femenino, y de que se trataría, por tanto, de la explicitación de una primera percepción de la dualidad y la síntesis.

En las pinturas rupestres, la representación de animales heridos ha sido un "argumento" en favor de una interpretación mágica de las escenas, según la cual, los humanos de la Edad de Piedra remota herían la imagen de los animales para asegurarse el éxito de la caza. Pero un recuento de los animales pintados en las poco más de 125 cuevas que se conocen en el mundo, con más de 2 500 figuras, demuestra que los animales heridos representan sólo el cuatro por ciento de todos los animales representados, lo cual no significa, por supuesto, que los primitivos renunciaran al 96 por ciento de sus expediciones de caza, o que en ellas fracasaran en la misma proporción. Sin magia, el arte paleolítico pierde absolutamente cualquier carácter utilitario y pasa a ser sólo manifestación del espíritu: arte.

Y por otra parte, las pinturas de las cavernas muestran un mundo auténticamente organizado. No percibimos al detalle un sistema simbólico, pero sí advertimos que el conjunto se apoya en representaciones cuya disposición supone un pensamiento más allá del prejuicio que sobre él nos habían transmitido los teóricos.

¿Es posible "animar" el legado del hombre de las cavernas sin introducir en él elementos modernos? Una vez adquirida la certeza de que existe una organización de conjunto, podemos realizar un análisis de los temas tratados y buscar indicios de su relación mutua.

La religión en la Edad de Piedra
Como en todas las religiones perdidas, la religión de la Edad de Piedra nos ha llegado a través del arte conservado. En él encontramos, tras los símbolos de personajes humanos o animales, una determinada concepción del orden universal. Innumerables religiones utilizaron figuras masculinas y femeninas como elemento central. El arte paleolítico contiene también esa representación con el añadido de un emparejamiento estadístico constituido por el bisonte y el caballo, o por una pareja de bisontes y una pareja de caballos que parecen representar dos grupos complementarios. Interviene a menudo un tercer animal (mamut, ciervo, cabra).

No sería difícil encontrar esquemas mitológicos en los que la combinación binaria de personajes entra en relación con un tercero. Pero esa vinculación dinámica escapa a nuestra comprensión; por mucho que la fórmula se repita cientos de veces en las cavernas, lo único que afirma es la existencia de un sistema de representación sólidamente establecido. Lo único que podemos constatar, aparte de un principio general de complementariedad entre símbolos de distinto valor sexual, es que las representaciones recubren un sistema extremadamente complejo y rico, una mitología que, a partir del año 12000 antes de nuestra era, quizás se prolongó evolucionando hasta tiempos posteriores, quizás incluso de un modo u otro hasta nuestros propios días..., pero cuyo contenido siempre desconoceremos.

El arte rupestre conocido
Si los primeros vestigios humanos se remontan a unos 2,3 millones de años, hasta hace unos 40 000 nuestros antepasados proliferaron en el planeta Tierra como una especie más de mamíferos depredadores, en apariencia sin proyectos trascendentes. A partir de esa fecha, las balbucientes manifestaciones artísticas de algunos especímenes humanos nos invitan a pensar que habían dado el paso hacia la comprensión de algo trascendente más allá de las tareas cotidianas de la comida, la protección del grupo y la procreación instintiva.

Ciñéndonos a esas fechas, el arte rupestre (grabados, pinturas y relieves en las cavernas) se difundió casi exclusivamente en la Europa atlántica, aunque también (en menor abundancia) en el interior de las penínsulas Ibérica e Itálica, Rumania y Rusia; en Asia sólo hay vestigios en el sur de Siberia; las pinturas de África no pueden fecharse con seguridad, y en América y Oceanía no se conocen. El núcleo principal se extiende por la región francocantábrica, desde el oeste de las tierras asturianas, continuando por Cantabria, los Pirineos y la margen derecha del Ródano.

Aunque existen representaciones figurativas en rocas al aire libre o en entradas de abrigos, las mejores creaciones se encuentran en el interior de las cuevas, en algunos casos en zonas muy alejadas de la entrada, para lo cual los artistas tuvieron que ayudarse de luz artificial proporcionada por lamparillas de arenisca (algunas decoradas) alimentadas con grasa animal. Los científicos han clasificado los estilos y la cronología a partir de diversos hallazgos.

Breve cronología del arte religioso prehistórico
-35000 a 30000: primeras manifestaciones decorativas muy simples: Arcy-sur-Cure, Laugerie-Haute (Francia).

-30000 a 25000: primeros grabados sobre piedra, toscas representaciones animales, símbolos femeninos y abstractos: Cellier (Francia).

-25000 a 18000: representaciones de especies animales reconocibles en accesos a las cuevas: Pair-non-Pair (Francia).

-17000 a 13000: pinturas de animales con volumen, todavía en las bocas de las cavernas, aunque alguna, como en Lascaux, ya en el interior.

-13000 a 10000: perfección de proporciones y movimiento: Lascaux (Francia), Altamira (España).

-10000 a 8000: representaciones muy realistas y con movimiento, animales en grupos y en distintas actitudes: Limeuil (Francia).

-8000 a 6000: en el Levante español se representan actividades cinegéticas humanas en cuevas de Cádiz, Jaén, Almería, Murcia, Albacete, Cuenca, Teruel, interior de Valencia, Castellón, Tarragona y Lérida.

-En Mas d'Azil (Francia) y en otros yacimientos se encuentran cantos de piedra pintados: se han relacionado con los churinga australianos, "piedras del alma" de los antepasados que cada tribu guardaba como patrimonio sagrado.

Los ritos funerarios prehistóricos   
  
 Huellas de ritos funerarios prehistóricos
Los ritos funerarios tienen un significado claramente religioso, ya que son, en primer lugar, una respuesta elaborada a la constatación del hecho de la muerte -una reflexión trascendente- y una exaltación de la memoria de los muertos.

El culto a los muertos de las comunidades humanas primitivas implica la presencia de la conciencia de la muerte, probablemente la creencia en los espíritus de los muertos y en una comunidad de difuntos, y casi con toda seguridad, una concepción de la muerte como una prolongación de la vida con unas necesidades más o menos similares a ésta.

Los enterramientos rituales prehistóricos, en los que se ataviaba al difunto con su ajuar, adornos y los atributos de que había gozado en vida, debían de tener ese significado, si no nos empeñamos en creer que sus coetáneos quisieran enterrar con el difunto todo rastro o recuerdo que de alguna manera prolongara la memoria de su presencia entre los vivos; de hecho, todavía nosotros adornamos a nuestros difuntos de esa manera siempre que es posible.

Por cierto, los adornos más usuales debieron de ser los dientes de animales, las conchas y, sobre todo, los caninos de ciervos, éstos tan apreciados que hasta se hicieron imitaciones talladas en cuernos de reno, como se descubrió en un enterramiento de Arcy-sur-Cure, en Francia.

Que algún tipo de culto o trato ritualizado a los muertos fuera ya una realidad en la prehistoria espiritual de nuestros antepasados remotos es un hecho constatado por el hallazgo y estudio de los cadáveres primitivos depositados en las fosas, tendidos o muchas veces en posición fetal, y según rituales tan diversos y tan diversamente emocionales como lo puedan ser hoy en día en las dispares culturas que subyacen a la especie humana común.

Emoción y culto
En el yacimiento de Sungir, cerca de Vladimikov, en Bielorrusia, bajo una gran losa de piedra sobre la que se había colocado un cráneo de mujer apareció el cadáver de un hombre de unos cincuenta años que había sido depositado, en el momento de su enterramiento, sobre un lecho de brasas incandescentes; veinte brazaletes hechos con colmillos de mamut cubrían sus brazos y sobre su pecho se había colocado un collar de dientes de zorro y un colgante de piedra.

En Grimaldi (Liguria, Italia) existe la llamada Cueva de los Niños, donde se encontraron los restos de una mujer adulta y de un adolescente. La posición forzada de los esqueletos indica que fueron enterrados juntos, metidos en un saco de cuero: ¿una historia de sentimientos proyectada al más allá? Sí, en cualquier caso y bajo cualquier interpretación, novelesca o no.

En la necrópolis de Bögenbakken, en Dinamarca, fechada en el 5300 antes de nuestra era, se encontró una doble tumba que contenía el cadáver de una mujer muy joven y, a su lado, el de un recién nacido varón que reposaba sobre un ala de cisne.

Otro hallazgo sobrecogedor fue el del enterramiento triple descubierto en una fosa poco profunda en Dolni-Vestonice (Checoslovaquia), con los restos de tres individuos de entre 17 y 23 años. Todos estaban orientados con la cabeza hacia el sur. El del centro correspondía a una mujer con graves malformaciones y con vestigios de un feto en las proximidades de su pelvis. El de su izquierda, depositado boca abajo, tenía uno de sus brazos apoyado en la joven, como si estuviera protegiéndola. Tanto él como su compañero, colocado al otro lado de la mujer, presentaban signos de muerte violenta. En el momento del enterramiento, la estructura había sido cubierta con maderos y posteriormente incendiada y cubierta con tierra.

Los primeros cementerios
En el Neolítico, a partir del octavo milenio antes de nuestra era, se fueron imponiendo las sepulturas colectivas, situadas en zonas alejadas de las aldeas, al modo de nuestros cementerios.

En lugares tan dispares como Biblos (Fenicia, cerca del actual Beirut), el Tigris medio o la meseta de Irán, los cadáveres se enterraban en grandes tinajas de cerámica común, pero de grandes dimensiones, como las utilizadas para almacenar el grano. También hubo, sobre todo en una amplia zona de la Europa central, sepulturas individuales, rodeadas o cubiertas de losas, o señalizadas por túmulos de grandes piedras.

Y la creencia en el más allá se tradujo cada vez con mayor firmeza en el incremento de la riqueza de las ofrendas y los ajuares funerarios.

El culto a los muertos se constata progresivamente, hasta el inicio de la historia propiamente dicha, en los rituales de conservación de los cráneos, práctica de la que se tiene constancia en Jericó (Palestina) y en Hacilar (Anatolia). Se han encontrado cráneos alineados sobre piedras llanas, posiblemente expuestos a la veneración de los vivos.

Estas y muchas otras inquietudes aparentemente funerarias culminaron con la construcción de grandes moles pétreas, llamadas megalitos (como los menhires, los dólmenes o las alineaciones pétreas de Stonehenge) cuyo origen y significado todavía no son plenamente conocidos, pero que, en cualquier caso, constituyen los primeros monumentos funerarios que fueron construidos por la mano del hombre y que han llegado más o menos intactos hasta nuestros días.

Glosario fundamental de la religión prehistórica

Ashdown: Localidad británica, en Berkshire, donde se conserva un enorme complejo megalítico con más de ochocientos megalitos situados en un paralelogramo de 250 por 500 metros de lado.

Bachler, Emil: Estudioso suizo que investigó las cuevas de Drachenloch y Wildenmannlisloch, donde se hallaban enterramientos de huesos de oso. Ello demuestra que, al igual que algunas culturas de cazadores árticos, el ser humano daba sepultura ritual a los animales que le servían de sustento, probablemente para garantizar su regreso a la vida para continuar el ciclo.

Carnac: Enclave bretón donde se halla uno de los alineamientos más famosos de la cultura megalítica.

Childe, Gordon: Teórico que postuló una religión megalítica general extendida en Europa gracias a los colonizadores mediterráneos.

Chu-ku-tien: Yacimiento arqueológico en China, donde se han encontrado cráneos y mandíbulas inferiores enterrados por razones desconocidas. Es el enclave funerario más antiguo conocido y se remonta a entre trescientos y cuatrocientos mil años.

Crómlech: Monumento funerario megalítico similar al dolmen. Consistía en un círculo de piedras, a menudo con un dolmen en el centro.

Culto a los cráneos: Tipo de enterramiento frecuente en el Neolítico, al menos en Oriente Próximo. Las cabezas tenían los rasgos faciales sobremodelados con arcilla u otras sustancias, y se enterraban acompañadas de estatuillas, armas y otros objetos. El culto debe probablemente su origen a la creencia ancestral de que el alma está localizada en el cráneo.

Diosa Madre: Deidad principal y común a casi todas las culturas neolíticas. Se la representaba en figurillas de arcilla o en pinturas que adornaban los sepulcros. Ello hace pensar en la existencia de una relación entre el culto a los muertos y el culto a la fecundidad, dado el carácter cíclico de la sociedad agrícola del Neolítico.

Dolmen: En la cultura megalítica europea de las zonas preceltas, cámara funeraria sencilla compuesta por varias piedras verticales sin tallar y una piedra enorme como techo.

Gran Diosa: Divinidad femenina y protectora de los muertos, similar a la Diosa Madre neolítica, que prolifera en casi todas las culturas megalíticas en Europa.

Hacilar: Cultura neolítica de Anatolia en la que los muertos eran enterrados en subterráneos adornados con pinturas y esculturas de dioses, especialmente de la Diosa Madre.

Hal Saflieni: Gran necrópolis del período megalítico, situada en Turquía, que contiene más de 7 000 osamentas inhumadas en cámaras talladas en la roca y acompañadas de figuras femeninas recostadas, probablemente representaciones de la Gran Diosa.

Hematites: Mineral rojizo que se usaba en enterramientos, principalmente en África. (Véase Ocre rojo.)

Jericó: Probablemente la ciudad más antigua de la historia (6850-6770 a.C.), es un paradigma de las costumbres funerarias neolíticas: los sepulcros estaban situados bajo el pavimento de las viviendas, y en ellos las partes inferiores del difunto eran tratadas con yeso y se colocaban conchas en los ojos.

Los Millares: Necrópolis megalítica situada en las inmediaciones de Almería, donde hay más de cien sepulcros con restos de pinturas y cubiertos por túmulos.

Menhir: Gran piedra vertical característica de la cultura megalítica europea. El más alto conservado, de 20 metros, es el de Locmariaquer.

Meuli, Karl: Investigador que postula el origen no religioso de los enterramientos de osos en los Alpes. Según su teoría, el cazador prehistórico pretendía garantizar de forma mágica el retorno del oso, pero en ello no intervenía deidad alguna.

Musteriense: Período prehistórico (70000-50000 antes de nuestra era) a partir del cual es posible afirmar con seguridad arqueológica la existencia de verdaderas sepulturas.

Natufiense: Período mesolítico cuyo nombre procede de Wadi en Natuf, lugar donde se hicieron las primeras excavaciones que pusieron al descubierto esta población. Sus tumbas eran de dos tipos: enterramiento del cuerpo entero, encorvado, e inhumación tan sólo del cráneo.

Ocre rojo: Polvo con el que se rociaban los cadáveres que se enterraban hace cientos de miles de años. Fue una práctica común tanto en Asia como en Europa, América, Australia y África. Se cree que el rojo era símbolo de vida y que el polvo de este color garantizaba al difunto la resurrección o la encarnación en el otro mundo.

Piggot, Stuart: Estudioso que sitúa el origen de la cultura megalítica en el Egeo, desde donde se extendió a casi toda Europa.

Reichel-Dolmatoff, C: Antropólogo que buscó las claves de las costumbres funerarias de la Prehistoria observando los enterramientos y ritos funerarios de los indígenas kogis de la Sierra de Santa Marta, en Colombia.

Schmidt, Wilhelm: Teórico del fundamento religioso de los enterramientos paleolíticos de osos en los Alpes. Según su teoría, obedecen a la creencia de los cazadores prehistóricos en algún tipo de señor de los animales. Se contrapone así a la tesis de Karl Meuli.

Sepulcro de corredor: Tipo de estructura funeraria megalítica procedente del dolmen, al que se añadía un pasillo de losas como vestíbulo. Es característico de Europa occidental y Suecia.

Stonehenge: Enclave próximo a la ciudad de Salisbury donde se encontró el crómlech más célebre de la cultura megalítica. Está rodeado de varios túmulos funerarios.

Tell Halaf: Cultura neolítica que conocía el cobre y enterraba a sus difuntos acompañados de figurillas de arcilla, especialmente del toro sagrado y la Diosa Madre.

Toro salvaje: Deidad común a muchas culturas neolíticas, que la representaban en esculturas o pinturas que se han hallado en tumbas. Representa la virilidad. Su presencia puede cumplir el mismo objetivo que la Diosa Madre.

Túmulo: Monumento funerario, probablemente correspondiente a la última época de la cultura megalítica, que incluía cámaras y objetos en bronce y hierro. El más conocido es el de New Grange, cuyas piedras tienen labrados numerosos dibujos simbólicos.

Cronología del pensamiento trascendente en la prehistoria
-35000 a -8000
Extremo Oriente: Probable culto a la fecundidad, rituales de caza, enterramientos ceremoniales.
África: Muertos enterrados con ornamentos y tocados, y con collares de cuentas.
Asia Menor: Culto a animales, ritos de caza, enterramientos ceremoniales.
Mediterráneo Occidental: Culto a la fecundidad con figuras de diosas. Culto a animales y sitios totémicos.Ritos de caza y enterramientos ceremoniales.

-8000 a -5000
Asia Central: Vestigios de culto a la Diosa Madre y a los animales.Figuritas de jabalíes pinchados.
África: Quizá culto a las cabezas de los antepasados. Cultos a la Diosa Madre asociados con animales. El buitre, asociado con cultos funerarios.
Asia Menor: Cultos de caza y magia. Enterramientos con bienespersonales.
Mediterráneo Occidental: Continuación de ritos de caza. Enterramientos con bienes personales.

-5000 a -3000
Extremo Oriente: Enterramientos con bienes del difunto.
Asia Central: Cultos de fecundidad asociados con la Diosa Madre en Irán y la India.
Oriente Medio: Cultos de fecundidad asociados con la Diosa Madre y los toros
Asia Menor: Cultos a la Diosa Madre. Enterramientos comunales, quizá culto a los antepasados.
Mediterráneo Occidental: Enterramientos comunales. Culto a los antepasados.

El culto a la mujer en la Prehistoria   
  Diosa lunar
Cuando el enigma de la Prehistoria con sus representaciones mudas cede el paso, con la invención de la escritura, a la historia con palabras, nos encontramos de repente frente a una constelación elaborada de creencias coherentes, mezcladas con fantásticos relatos sobre los orígenes del mundo.

Adivinamos que durante milenios, y bajo una organización social eminentemente matriarcal, el mundo se concibió como surgido de un gran huevo germinal empollado por una Gran Diosa en un océano turbulento y confuso; que unas reglas superiores imponían tempestades, diluvios y terremotos. Que el fuego de poderes sobrehumanos no podía ser en la Tierra otra cosa que el fruto de un robo tan sacrílego como precioso, perpetrado por los humanos contra los designios de la divinidad.

El hombre en lucha por sobrevivir en un entorno tan hostil se concibió a sí mismo en una dialéctica constante de sumisión y enfrentamiento con los seres superiores. Con los dioses.

¿Culto a la fecundidad o a la mujer?
¿Existió realmente una Diosa Madre venerada por los pueblos de la Antigüedad? ¿Qué significado tenían para estos hombres las figurillas encontradas siglos después en tumbas y fosas domésticas? ¿Responden a una organización matriarcal de la sociedad?

Algunas de las numerosas estatuillas halladas en excavaciones de asentamientos mediterráneos nos remiten al Paleolítico superior. El cometido de estas figuras sigue siendo un tema de discusión para muchos arqueólogos, pues opinan que, al desconocer el contexto en que fueron producidas, las diversas interpretaciones sobre su función no dejan de ser meras hipótesis que han dado lugar, a veces, a conjeturas muy arriesgadas.

Desde hace miles de años la figura femenina ha estado vinculada a la muerte. En Egipto, por ejemplo, los sarcófagos de piedra eran denominados "vientres maternos". Asimismo, en la cuenca mediterránea los difuntos solían ser enterrados en el seno de las montañas, pues se creía que la divinidad que habitaba en ellas les ayudaba a renacer: convertidos en estrellas (las almas se elevaban hasta la constelación Orión), los traspasados guiaban las existencias de los vivos desde el firmamento. Por otro lado, muchas de las estatuillas que nos han llegado se han encontrado en sepulcros, lo que hace suponer que su misión era despertar a los muertos para conducirlos hacia su nueva vida en la tierra de los bienaventurados. Utilizadas como ornamentos, fetiches, joyas o amuletos, estas representaciones femeninas (de divinidades o de sacerdotisas) actuaban como intermediarias entre los dioses y los muertos. Así, a su belleza se unían sus poderes mágico-religiosos, ya que la fuerza que emanaba de ellas tenía un carácter protector relacionado con las creencias en el más allá.

Diosa de la abundancia
Casi todas las figurillas encontradas están desnudas y sus características físicas son muy parecidas. Tanto sus exageradas formas nutricias y sexuales como sus cabezas carentes de rasgos hacen dudar de que estemos ante representaciones realistas de la mujer paleolítica; más bien sugieren una interpretación simbólica (las formas generosas remiten a la abundancia de bienes terrenales).

Sin embargo, el significado de su desnudez evoluciona a lo largo de los siglos. En las representaciones posteriores, los rasgos femeninos se muestran tan esquematizados que quedan reducidos a simples trazos geométricos. Estas mujeres no parecen seres de este mundo, sino apariciones celestes (algunas, incluso, adquieren la apariencia de un pájaro).

Otras funciones de estas figuras están relacionadas con el ámbito doméstico. Algunas tribus cazadoras de Asia septentrional fabricaron unas estatuillas femeninas, llamadas dzuli, que representaban a la abuela mítica de la tribu, de la que se suponía que descendían todos sus miembros. Situadas en los hogares, las dzuli protegían tanto la vivienda como a quienes habitaban en ella; por eso, como muestra de agradecimiento, cuando los hombres regresaban de sus expediciones de caza les ofrecían ofrendas. Asimismo, en la región siberiana de Mal'ta se han descubierto unas casas antiquísimas cuya planta rectangular estaba claramente dividida en dos partes: una de ellas se reservaba a los hombres y la otra, a las mujeres. Las estatuillas halladas en su interior estaban situadas precisamente en este último sector, lo que hace pensar que fueron realizadas por mujeres. Quizá formaban parte de rituales domésticos: usadas como talismanes mágicos, garantizaban el cumplimiento de un bien deseado (fertilidad, salud para la familia, buena suerte, etc.).

El cambio de una sociedad nómada cazadora a otra sedentaria agricultora otorgó protagonismo a la figura femenina. Se estableció un vínculo entre la fertilidad de la tierra y la fecundidad de la mujer: las mujeres no sólo trabajaban los cultivos, sino que se convirtieron en responsables de la abundancia de las cosechas, pues sólo ellas poseían el misterio de la creación. La vida humana empezó a asimilarse al ciclo vegetal: tras ser engendrados (la tierra pasa a transformarse en una enorme matriz), tanto los hombres como las plantas crecen y terminan regresando a las entrañas terrestres cuando mueren. Asimismo, esta evolución hizo que la sacralidad femenina cobrase mayor importancia. En el Mediterráneo Oriental (Egipto, Fenicia, Frigia y Grecia) empezaron a venerarse las diosas Isis, Cibeles y Rea, consagradas a la fecundidad vegetal, animal y humana.

Diosa lunar
Además de estar estrechamente relacionada con la tierra, la sexualidad femenina guarda también una clara correspondencia con las fases lunares, lo que favoreció el nacimiento de una "Diosa Blanca" vinculada a la Luna. La literatura antigua nos ha dejado un valioso testimonio del culto a esta poderosa Diosa Madre lunar. En la obra latina El asno de oro, escrita por Apuleyo (125-180), se conserva un completísimo relato acerca de esta divinidad. Junto a su descripción física, se hace referencia a su poder sobre los hombres y sobre todos los cuerpos, pues aumentan o disminuyen según los ciclos lunares.

Esta diosa "soberana", que "resplandece con gran majestad", era adorada en su calidad de cultivadora, segadora y aventadora del grano. Se representaba con una larga cabellera que le cubría la espalda, una corona de flores que adornaba su cabeza y una túnica oscura "sembrada toda de unas estrellas muy resplandecientes, en medio de las cuales la Luna de quince días lanzaba rayos inflamados". Pero dejemos que la propia divinidad sea quien se presente: "Soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y reina de todos los difuntos, primera y única sola de todos los dioses y diosas del cielo, que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo, y las aguas saludables de la mar, y los secretos lloros del infierno. A mí, sola y una diosa, honra y sacrifica todo el mundo en muchas maneras de nombres".

Y es cierto que casi cada pueblo que la adoptó la nombró de un modo distinto: los troyanos, Pesinuntica ("madre de los dioses"; los atenienses, Minerva cecrópea; los chipriotas, Venus Pafia; los cretenses, Diana; los etíopes, arrios y egipcios, Isis; los sicilianos, Proserpina, y los eleusinos, Ceres ("madre primera de los panes". La lista, sin embargo, parece no terminar nunca, pues también se la reconoce bajo los nombres de Juno, Bellona, Hécates, Ranusia... 

El chamanismo 
 
Para rectificar la presencia del mal
Adivino y curandero, el chamán, como poseedor de conocimientos superiores a los del resto del grupo, desempeña un papel destacado en la mayoría de las comunidades primitivas.

Los poderes de los que está revestido el chamán (literalmente, "el que conoce" son consecuencia de una serie de experiencias iniciáticas, gracias a las cuales logra comunicarse con las fuerzas sobrenaturales. Esta figura actúa como intermediario entre los hombres y los dioses, pero, como también tiene capacidad para establecer contacto con los malos espíritus, posee además las aptitudes necesarias para sanar a sus congéneres en caso de que sufran daños. Antes de obtener este poder curativo, el iniciado debe superar una serie de pruebas.

Se cuenta que el origen de la estirpe chamánica se debe a un acto de magnificencia divina. Por ejemplo, entre los altaicos, las deidades celestes decidieron que en la tierra tenía que existir un individuo que pudiera ayudar a los hombres a combatir sus dolencias y que, a la vez, supiera encaminar su alma al otro mundo en caso de fallecimiento. Entonces enviaron un águila, que dejó embarazada a una mujer dormida: el primer chamán fue fruto de esta unión.

La llamada
Los chamanes pueden llegar a adquirir esta categoría por vocación, transmisión hereditaria o elección personal o del clan. La primera posibilidad es la más habitual, es decir, normalmente el futuro chamán lo es porque ha recibido la "llamada". Existen indicios que distinguen al chamán de los demás miembros de la comunidad: empieza a tener visiones, siente la necesidad de alejarse de sus congéneres y en ocasiones sufre ataques que le dejan inconsciente. A estas señales que advierte y siente, el elegido debe responder: se apartará durante unos días del clan y buscará refugio en lugares retirados, caminará sin rumbo por parajes solitarios, hablará consigo mismo en voz alta y se alimentará de manera precaria.

El elegido es consciente de su futura misión, pero también sabe que antes de llevarla a cabo deberá superar pruebas y pasar por sufrimientos que le conducirán a una muerte iniciática. De este modo, su antigua personalidad (su antigua esencia humana) desaparecerá y el individuo renacerá como un ser singular destinado a desarrollar un cometido muy especial en el clan. Porque esta muerte simbólica no sólo le permite conocer los misterios que encierra el alma de los hombres, sino que le familiariza con los dioses y los demonios que son invisibles para el resto de los mortales.

El proceso iniciático
Sin embargo, antes de establecer este contacto con los poderes sobrenaturales, el iniciado debe recibir instrucciones "prácticas" referidas a su futuro oficio. Serán sus antepasados chamanes quienes se encargarán de proporcionarle esta formación: técnicas chamánicas, nombres y atributos tanto de divinidades como de espíritus malignos, lenguaje secreto que se emplea en el oficio, genealogía del clan...

Por lo general, estas enseñanzas también se reciben en estado de éxtasis, ya que forman parte de un conocimiento esotérico al que sólo pueden acceder los elegidos. Maestro y discípulo se apartan de la comunidad durante un cierto tiempo: el chamán instruye al neófito sobre las enfermedades y le acompaña a los dominios de los espíritus celestes.

La segunda parte de este aprendizaje consiste en un descenso a los infiernos. Sin duda, constituye una experiencia más dramática que la anterior, ya que no sólo debe realizarse en solitario, sino que comprende elementos violentos: para superar esta prueba, el futuro chamán tendrá que asistir a su propia muerte. Como si se tratase de un ser clarividente, el iniciado ve en sueños su llegada al infierno. Una vez en él, los demonios despedazan su cuerpo y las diversas partes del mismo son entregadas a los malos espíritus. Así, conoce de cerca las enfermedades y aprende a curarlas. En otros casos, cuando el neófito entra en los infiernos, sus antecesores chamanes le abren el vientre y beben su sangre para, más tarde, infundirle sangre nueva. Durante todo este doloroso proceso el iniciado permanece inconsciente: su despertar puede considerarse una resurrección, porque cuando regresa a la vida lo hace convertido en otra persona con capacidad para curar.

Una vez finalizada la visita al infierno, para concluir su formación, el aprendiz de chamán debe ascender al cielo. El instrumento que le permitirá el contacto con lo divino es un vegetal que, como una llave, le permite la entrada en la bóveda celeste. El árbol chamánico representa el árbol cósmico que une los planos terrenal y celeste: tiene las raíces dentro del hogar y su copa asoma al exterior a través del agujero por el que sale el humo.

Función del chamán
A pesar de su importancia fundamental en la vida religiosa, los chamanes no intervienen en todas las ceremonias; por ejemplo, no participan en los matrimonios y sólo asisten a los nacimientos si se presenta alguna complicación. En cambio, la presencia del chamán es ineludible cuando se trata de enfermedades o defunciones, ya que si en el primer caso el curandero debe expulsar del alma del paciente los espíritus malignos que la han ocupado, en el segundo deberá acompañarla al otro mundo. Asimismo, la autoridad del chamán es requerida para resolver problemas con el ganado o la cosecha. A través de complejos rituales, trata de obtener la bendición de los dioses o de los antepasados para recuperar la producción. Los ingredientes esenciales de este rito son la sangre vertida del animal sacrificado, el aguardiente (que facilita el acceso del chamán al infierno) y los tamboriles (que acompañan al curandero en su descenso extático).  
 

Taoísmo

El taoísmo (en chino simplificado y tradicional: 道教, pinyin: dàojiào, literalmente ‘enseñanza del camino’) es el nombre de una tradicón filosófica y religiosa que lleva más de dos milenios ejerciendo su influencia en los pueblos del Extremo Oriente. La palabra tao 道 (o dao, dependiendo de la romanización que se use), suele traducirse por "vía" o "camino", aunque tiene innumerables matices en la filosofía y las religiones populares chinas.


El taoísmo se desarrolló a partir de un sistema filosófico basado en las escrituras de Laozi. El texto que se atribuye a Laozi es el Dàodéjing. Según la leyenda china, Laozi vivió durante el siglo VI a. C. y, por ende, tradicionalmente se fecha en ese siglo la redacción del Dàodéjing, aunque según algunas investigaciones actuales es bastante posterior.


La esencia de la filosofía taoísta se encuentra en el Dàodéjing (El Clásico de la Vía y el Poder, o del Camino y la Virtud). Los temas del taoísmo como religión se fundaron en el siglo III a. C., pero no se convirtieron en un movimiento religioso organizado hasta el siglo II d.C.


El objetivo fundamental de los taoístas es alcanzar la inmortalidad, si bien, a veces no se entiende ésta literalmente, sino como longevidad en plenitud. De la misma manera, se decía que las personas que vivían en armonía con la naturaleza eran inmortales. Laozi fue deificado como dios taoísta -un "inmortal"-, encabezando un enorme panteón de héroes folclóricos, generales famosos y sabios, todos los cuales alcanzaron la inmortalidad. Sin embargo, la antigua forma del taoísmo era la de una corriente filosófica y no una religión, por lo que los antiguos pensadores interpretaban por "inmortalidad" el hecho de "autosuperación" del propio ser en comunidad con el entorno, lo que implica buscar la superación y el progreso personal y colectivo, de acuerdo con la mutación constante que enseña el taoísmo.



Posteriormente, el taoísmo se mezcló con elementos del confucianismo, el budismo y la religión folclórica. La forma concreta de religión taoísta que fue llevada a Taiwán hace unos 300 años es típica de esta tradición. La característica más distintiva de la práctica actual es la adoración de los antepasados, junto con las deidades taoístas, lo que muestra el claro elemento tradicionalista del confucianismo y el culto religioso de las creencias míticas de Asia, las cuales ambas no eran válidas para los antiguos pensadores taoístas como Chuang Tsé.

El Islamismo

El islam (en árabe الإسلام, al-Islām) es una religión monoteísta abrahámica cuyo dogma se basa en el libro del Corán, el cual establece como premisa fundamental para sus creyentes que «No hay más Dios que Alá y que Mahoma es el mensajero de Alá». La palabra árabe Allah, castellanizada como Alá, significa ‘Dios’ y su etimología es la misma de la palabra semítica El, con la que se nombra a Dios en la Biblia. Los eruditos islámicos definen al islam como: «La sumisión a Dios el Altísimo a través del monoteísmo, la obediencia y el abandono de la idolatría». El libro sagrado del islam es el Corán, dictado por Alá a Mahoma a través de Yibril (el arcángel Gabriel). Los seguidores del islam se denominan musulmanes (del árabe muslim مسلم, 'que se somete'). Atestiguan que Mahoma es el último de los profetas enviados por Dios y sello de la Profecía.



Se aceptan como profetas principalmente (pero no limitándose) a Adán, Noé, Abraham, Moisés, Salomón y Jesús. Además del Corán, los musulmanes de tradición sunita siguen asimismo los hadices y la sunna del profeta Mahoma, que conforman el Registro histórico de las acciones y las enseñanzas del Profeta. Se aceptan también como libros sagrados la Torá (el Antiguo Testamento de los cristianos), los Libros de Salomón y los Evangelios (el Nuevo Testamento).

El Cristianismo


El cristianismo es una religión monoteísta de orígenes semíticos que se basa en el reconocimiento de Jesús de Nazaret como su fundador y figura central. Sus seguidores creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Dentro de sus textos y escritos sagrados, comparte con el judaísmo el Tanaj, el cual constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias. Por este motivo es considerada una religión abrahámica junto con el Judaísmo y con el Islam.



Sus inicios datan de la primera mitad del Siglo I de la Era Cristiana. (Ya desde el siglo XX, algunos estudiosos no toman como fecha incontrovertible el año 33 d.C. para la muerte de Jesucristo. Sugieren que hay un desfase de 4 a 8 años entre el inicio del cómputo de la Era cristiana y la fecha precisa del nacimiento de Jesús de Nazaret, llamado Cristo.1 Y en adición a esto, no hay clara certeza ni consenso entre estos autores de que éste haya muerto a la edad de 33 años, tal como algunos textos bíblicos parecen mostrar. Confróntese al respecto Jn 2:20, Jn 8:57 y Lc 3:23)2 En sus primeras décadas, el cristianismo era considerado como una doctrina sectaria más entre las tradiciones judías e israelitas, al igual que otros cuerpos de ideas y creencias de esa parte del mundo.3 Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano en el siglo IV, ha influido de manera significativa en la cultura occidental y en muchas otras. Según un estudio que lleva como fecha el año 2005, habría más de 2.100 millones de cristianos,4 o cerca de un tercio de la población mundial, siendo la religión con más seguidores del mundo.
La palabra "cristianismo" proviene del griego χριστιανός
·         Jesucristo es el Mesías (o Cristo) descrito en el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Las corrientes principales del cristianismo aseguran que es completamente Dios (o divino) y completamente humano.
·         La Trinidad, esto es, que Dios es un ser único y eterno que existe como tres personas eternas, distintas e indivisibles: Padre, Hijo (Logos divino, encarnado en la persona de Jesucristo), y el Espíritu Santo.
·         La salvación, mediante conversión,7 perdón de los pecados, y la victoria sobre todas las consecuencias del pecado. Esta salvación es otorgada por la gracia de Dios y fue conseguida por Jesucristo en su crucifixión y su posterior resurrección, mediante la cual se obtiene la vida eterna. La rama teológica que estudia el como sucede esto se denomina soteriología.
·         La ascensión de Jesucristo al cielo, la instauración del Reino de Dios o del señorío de Jesucristo y su Segunda Venida.
·         La "Resurrección General", en la cual las personas que han muerto junto con los que se encontraren vivos para ese momento se levantarán de la muerte al final del tiempo, para ser juzgadas por Jesucristo.
Las visiones de los cristianos de la vida después de la muerte generalmente involucran el Cielo (también llamado Paraíso) y el Infierno. El catolicismo, desde los primeros siglos cree en un lugar intermedio llamado Purgatorio. A excepción de este último (cuyos habitantes entrarán finalmente al Cielo, después de una "purificación"), la permanencia en estas regiones es usualmente asumida como eterna. Hay, sin embargo, algunos debates en este último punto, por ejemplo entre los ortodoxos.
Muchos cristianos interpretan la "salvación" como la posibilidad de entrar al Cielo como don de Dios (y escapar del Infierno) después de la muerte.
Dentro de las prácticas ortodoxas y católicas, destacan especialmente siete sacramentos:
  • Bautismo, signo iniciático de introducción al cristianismo. (Bautismo en el Jordán por Juan Bautista).
  • Confirmación, signo que ratifica la fe en Jesucristo.
  • Eucaristía, signo litúrgico de la iglesia católica. (Última Cena).
  • Penitencia, signo de perdón, arrepentimiento de los pecados.
  • Orden Sacerdotal, por el que se inician los sacerdotes. (Lavatorio de pies).
  • Matrimonio, celebración de la unión de un hombre y una mujer ante Dios y la comunidad.
  • Unción de los enfermos, signo de asistencia al enfermo.